jueves, 5 de febrero de 2009

Utilitarismos. Jeremy Bentham y John Stuart Mill


Jeremy Bentham (n. 15 de febrero de 1748 en Houndsditch -Londres el 6 de junio de 1832) fue un pensador inglés, padre del utilitarismo.
ue reconocido como niño prodigio por su padre al encontrarlo en su escritorio leyendo varios volúmenes de la Historia de Inglaterra. A los tres años leía tratados, tocaba el violín con cinco, estudiaba latín y francés. Hijo de una familia acomodada, estudió primero en Westminster School a los 12 años ingresó en la Universidad de Oxford y empezó a ejercer como abogado a los 19 años. Pero enseguida se mostró crítico con la educación de su época y con la práctica jurídica, dedicándose por completo a tareas intelectuales. Dotado de una fuerte personalidad, a lo largo de su vida escribió largos manuscritos donde proponía ambiciosas ideas de reformas sociales.
Desde 1814 convirtió su casa en centro de intercambio intelectual y foco de un activo movimiento utilitarista. Entre sus amigos y seguidores más cercanos se encontraba James Mill, el cual quiso hacer de su hijo, John Stuart Mill, el heredero de Bentham al frente del movimiento. Ambos fueron editores de importantes obras de Bentham, quien tenía la costumbre de escribir mucho, pero dejando la mayor parte de los textos inacabados para que los completaran sus editores.


El objetivo último de lograr «la mayor felicidad para el mayor número» le acercó a corrientes políticas progresistas y democráticas: la Francia republicana surgida de la Revolución le honró con el título de «ciudadano honorario» (1792), si bien Bentham discrepaba profundamente del racionalismo de Rousseau y consideraba absurdo el planteamiento iusnaturalista subyacente a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.


El principio de la utilidad tuvo que enfrentar interpretaciones erradas desde el comienzo. Mill se vio en la necesidad de dedicar varias páginas de sus escritos a aclarar cómo deben entenderse correctamente las tesis del utilitarismo. La fuente principal de las malas interpretaciones es sin duda la manera cómo se asociaban o disociaban los conceptos de utilidad y de placer. En efecto, Mill creía que había dos extremos que debían evitarse cuando se vinculaban estos dos conceptos. Por un lado, la tendencia de ciertos objetores a reducir la utilidad al placer, y por el otro, la tendencia de ciertos defensores que, en su afán de despejar esa asociación, querían ver la utilidad como enteramente desprovista de placer.

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